miércoles, 24 de agosto de 2016

A la muerte de Anna Ajmátova




Si has de venir ¿por qué no ahora?
Te espero. Me siento muy mal.
He apagado la luz y te he abierto la puerta
a ti, tan sencilla y asombrosa.
Toma para esto cualquier forma,
irrumpe como granada arrojada,
o furtivamente, con una pesa, como un bandido experto.
O envenéname con el tufo del tifus.
O con un cuento inventado por ti,
conocido por todos hasta la náusea,
Para que yo vea la punta del gorro azul
y al portero, pálido de terror.
Todo me da igual ahora. Humea el Yenisei
y resplandece la estrella polar,
y el último horror vela
el brillo añil de los ojos amados.