miércoles, 10 de agosto de 2016

Amor a la infancia de Armando Salgado



Aquella tarde de abril el baile no
estuvo de mi lado.
Ni los árboles
buscaron mi sombra.
Aun así mi cuerpo no dejó de
moverse y atrajo la
atención de todos.
Pensaron que yo era un break
dancer. Nunca pasó por sus
narices que sólo obedecía el
ritmo del estéreo y que los cables
de la luz no eran sino la
conexión de la tierra con
mi respiro.
Traía puesta la misma playera de los
Looney Tunes que usaba
en todas las fiestas
y que fue cónyuge
de los poemas que
llevé a mis primeras citas.
Después de todo aunque el
gusto por las camisas se haya
mudado a mi closet
el desgaste de aquella prenda
sigue siendo el acantilado
que prefiero
donde yacen los
restos de todos mis
fracasos junto al triciclo y a la
figura de acción de la que
estoy tan lejos.